Cientos de seguidores se juntan en la First Avenue para dar una cálida bienvenida a los corredores a Manhattan. Debajo del puente, el griterío puede ser ensordecedor.
Pantallas gigantes en la First Avenue proporcionan detalles de la carrera. En este punto, muchos de los corredores que han tomado la salida con la primera wave (y, por lo tanto, inmediatamente después de los corredores de élite) ya tienen la posibilidad de saber quién es el ganador. El récord masculino de lo ostenta Geoffrey Mutai (Kenia) desde 2011, y se sitúa en 2:05:05. El récord femenino de 2:22:31 está en poder de la también keniata Margaret Okayo desde 2003.
El punto más ruidoso de todo el recorrido es la First Avenue. Se estima que los 7500 espectadores de media que se agolpan a lo largo de una sola manzana pueden producir ruido por encima de los 127 decibelios (el motor de un avión produce alrededor de 140...).
Los corredores recorren un total de unos 17 kilómetros dentro de Manhattan en las dos fases de la carrera en las que se atraviesa (es el único distrito por el que se pasa dos veces durante la competición).
Los corredores recorren un total de unos 17 kilómetros dentro de Manhattan en las dos fases de la carrera en las que se atraviesa (es el único distrito por el que se pasa dos veces durante la competición).
Se corre un total de unos 6 kilómetros por la First Avenue cruzando el rico Upper West Side y el pobre East Harlem.
Familiares y amigos se apiñan en los bordes de la First Avenue para ver pasar a los corredores, participar en la fiesta y animar a sus favoritos. Conseguir ver un corredor específico requiere cierta preparación (y pancartas bien visibles), debido a la gran masa de runners que van pasando sin cesar.
A medida que aumentan los kilómetros, la ayuda del público y de los voluntarios adquiere una importancia cada vez más estratégica para los corredores, que van acumulando cansancio.
La Foco Azul Band acoge y acompaña a los corredores en el último tramo de la First Avenue, sobre el kilómetro 30 de la carrera.
La señal de la decimonovena milla, justo antes del fatídico kilómetro 32: el temido límite fisiológico para todos los corredores que afrontan la competición. La llegada de la “pájara”, como se le suele llamar, coincide con la finalización del glucógeno almacenado en los músculos por el cuerpo humano. El efecto, cuando se da, lleva a una bajada repentina y sustancial del rendimiento y a un cansancio casi insostenible.
El pequeño Willis Avenue Bridge lleva a los corredores a la vigésima milla y al Bronx. Durante el recorrido de la NYC Marathon, los corredores cruzan cinco puentes cambiando de distrito cada vez. Se corre un total de 4,5 kilómetros sobre puentes.
Los corredores cruzan el Willis Avenue Bridge franqueando el río Harlem y dejan, temporalmente, la isla de Manhattan para desembarcar en el Bronx.